ULTIMAS NOTICIAS
Fundamentalismo
Es eso lo que se está negociando en La Habana: el fin del fundamentalismo. Que sea como fuere se vuelva impensable abrirse paso a sangre y fuego.
Por Ricardo Silva. Colombia: tierra minada en donde los paranoicos tienen toda la razón. Cada fin de semana, cuando los países llanos descansan, aquí sale a la luz la oscuridad: el domingo la representante Cabal no solo no se disculpó por humillar a una víctima de las Farc que osó sonreír en la mesa de la paz en La Habana, ni reconoció siquiera que interpretó mal aquella escena, sino que zanjó la discusión con el infantil pero irrebatible argumento “hay gente como yo” en este país; el candidato Zuluaga, que en esa realidad paralela, que Uribe lidera, aún es el prohombre que iba a salvar a la patria del derroche, rea-pareció con una virulenta retahíla de mal perdedor; y el espía Sepúlveda confesó que hizo lo suyo –y saboteó el proceso de paz, y sirvió con orgullo a la venganza uribista, y atacó sin tregua a sus villanos: de Santos a Petro– pues pensó que estaba siendo “un patriota”.
El lunes es, acá, el día del estómago revuelto. Porque basta con asomarse a las noticias para que sea claro, por ejemplo, que la gente de la derecha es la gente que se considera normal, que cuando Cabal habla del imperio de la ley está hablando del imperio de su ley, que Zuluaga seguirá haciendo el papel del paisano intachable hasta el día del juicio final, que, aun cuando todos estemos viendo las pruebas con nuestros propios ojos, la defensa de los fanáticos siempre será “¡es una persecución política!”, “¡es una cortina de humo!”, “¡es una mentira!”, pero que lo mejor que puede pasarle a esta democracia asediada es que los extremistas repitan hasta el cansancio lo que piensen para que en Colombia nunca más se llegue a la conclusión de que no queda más que la violencia para ser oído.
Dice el espía Sepúlveda, pero habrá que probarlo, que se ha hablado ya de crear un ejército ilegal –uno más– en caso de que el proceso de paz consiga el desmonte de las Farc. Y que el fin empiece de nuevo, supongo.
No es extraño caer en pequeños dogmatismos: “Yo por principio no leo nada que salga en EL TIEMPO, señor”, me escribió nosequién el martes pasado. Pero no deja de ser sorprendente que en nuestro suelo se hayan dado tan bien los extremistas. El fundamentalista no descifra ni revisa ni recrea su sociedad: su interpretación de lo que ocurre es literal. Como un animal sin reversa y sin humor, el fundamentalista cruza un día la línea que separa la historia de la mitomanía: y entonces no reforma, sino que refunda; no juzga, sino que sentencia; no ojea, sino que ejecuta. El fanático de izquierda es trágico, y fracasa en “la revolución”, y el de derecha es épico, y fracasa en “la reconquista”, pero los dos, que solo están siendo “patriotas”, llaman “traidor” e “impío” a quien ve una alternativa: toda bala de fanático “hace justicia”.
Es eso lo que se está negociando en La Habana: el fin del fundamentalismo. Que tanto los despropósitos de la representante Cabal como las críticas feroces del candidato Zuluaga estén en todo su derecho, y que puedan pronunciarse sin temores tanto las raíces sociales del conflicto como los reclamos vehementes a los líderes que le enseñaron al país el exterminio, pero que sea como fuere se vuelva impensable abrirse paso a sangre y fuego. Colombia está más que diagnosticada. Pero –ya que vivir, luego de siglos de vivir lo mismo, sigue siendo dar con ejemplos lapidarios de lo humano y lo inhumano– el monólogo de Sepúlveda, de ser cierto, podría servir de prueba de que aún estamos lejos de entregarle la justicia a la justicia, y lo nuestro aún es la muerte.
Hoy es el día de decir que el escepticismo no puede volverse otro extremismo, sin embargo. Pues vivir, que es la idea, es negociar. Y, ahora que en La Habana se busca regresar de la violencia, quizás lo responsable sea invitar a la esperanza.
http://www.ricardosilvaromero.com
Ricardo Silva Romero
*****
El cobarde del pueblo
por: Daniel Coronell
Maya me contó que su última acción como procurador sería destituir e inhabilitar a los ministros que compraron los votos de la reelección. Jamás tomó esa decisión.
La última vez que vi a Edgardo Maya fue en diciembre del año 2008. Una entrañable amiga me invitó a su casa para celebrar el comienzo de la novena de navidad. Cuando llegué me encontré –sorpresivamente– con el entonces procurador general, muy animado y con un whisky en la mano. Los vallenatos retumbaban, quizá como homenaje de los anfitriones al funcionario.
La semana anterior Alejandro Ordóñez había sido elegido por el Senado como el sucesor de Maya con el vergonzoso voto del Partido Liberal, de algunos miembros del Polo Democrático encabezados por Gustavo Petro y de otros votos comprados en una operación clientelista de gran calado. A Maya le quedaban tres semanas largas en el cargo.
Tímido, como soy, me fui a un rincón del estudio después de saludar a los dueños de la casa. Hasta allí llegó el procurador Maya y me tomó del brazo para llevarme aparte. Sin que se lo estuviera preguntando, el procurador vino a hablarme de la ‘yidispolítica’. Un tiempo atrás, yo había denunciado y probado que el gobierno había comprado los votos de los congresistas Yidis Medina y Teodolindo Avendaño para la aprobación de la reforma constitucional que permitió la reelección de Álvaro Uribe.
Yidis, Teodolindo e Iván Díaz Mateus estaban en la cárcel por estos hechos, mientras quienes los compraron seguían –como siguen hoy– en la absoluta impunidad.
Sin muchos preámbulos, Maya me contó que su última acción como procurador general de la Nación sería destituir e inhabilitar a los ministros que compraron esos votos. Me aseguró que estaba lista la resolución ordenando las más severas sanciones disciplinarias para Sabas Pretelt de la Vega, ministro del Interior en el momento de la compra de los votos parlamentarios, y Diego Palacio, ministro de Protección Social. Afirmó que ese sería el punto final de su gestión en la Procuraduría y que lo anunciaría antes de terminar el año.
Mientras hablaba sonaba al fondo un vallenato cuyo nombre sirve de título a esta columna: “Porque yo no tengo pantalones pa dejarla a ella y conseguirme a otra”.
Contrario a lo que me dijo esa noche, Edgardo Maya jamás tomó esa decisión. Unos días después pidió vacaciones y solo volvió a Bogotá en enero para entregarle el puesto a Alejandro Ordóñez.
El tema se habría quedado así, si no fuera porque algo muy revelador sucedió unos meses después.
En abril de 2009 el nuevo procurador decidió el caso de la ‘yidispolítica’ absolviendo a Sabas y a Palacio, omitiendo pruebas y contradiciendo todo el trabajo que había hecho la oficina de investigaciones especiales de la Procuraduría. Sin embargo, usó como base la resolución que Maya había dejado lista.
El trabajo de Ordóñez fue tan desgreñado y perezoso que se limitó a borrar el bloque de pruebas de la resolución y a cambiar expresiones como “destituir e inhabilitar” por “absolver”. El control de cambios de los documentos electrónicos dejó claro que el 62 por ciento del documento era el mismo de Maya… pero concluía lo contrario.
Cuando el periodista Arnulfo Méndez, de Noticias Uno, fue a preguntarle al ya exprocurador Edgardo Maya por qué no había firmado el documento antes de irse, le respondió que él jamás lo había leído: “Ese proyecto debió ser un borrador que pudo ser elaborado en la Procuraduría de lo cual yo no hice ninguna valoración, no leí una sola página”.
La metadata del archivo electrónico se encargó de contradecirlo. El documento fue elaborado en la oficina de investigaciones especiales de la Procuraduría y revisado en el despacho del procurador en noviembre y diciembre del año 2008.
Edgardo Maya también aseguró que él jamás le había entregado el proyecto de fallo a su sucesor Alejandro Ordóñez: “Yo no le hice entrega de ningún proyecto de decisión al doctor Ordóñez, él mismo puede testimoniarlo.” Lo que Ordóñez ‘testimonió’ fue exactamente lo opuesto. En entrevista con Gustavo Gómez de Caracol, el procurador aseguró: “El fallo…que…el proyecto de fallo me lo entregó a mí el doctor Maya”.
Les recomiendo que miren en Semana.com los videos que acompañan esta columna. Se van a divertir con este episodio inolvidable de la picaresca colombiana y les va a quedar claro quién es Edgardo Maya, el contralor de bolsillo que acaba de elegir Juan Manuel Santos.
******
La salvadoreña que inspiró «El Principito»
María Elena Navas (BBC Mundo)
Algunos la llamaron «la Scherezada de los trópicos», pero otros -como la familia del escritor francés Antoine de Saint-Exupéry- la consideraron una buscadora de fortunas: «Una parrandera que se sentía el Alma Mahler de Centroamérica».
Fue Consuelo Suncín, la salvadoreña que inspiró «El Principito», el famoso libro de Saint-Exupéry del que se acaban de cumplir 70 años desde su primera publicación.
Pero mientras el autor fue adquiriendo un lugar en la cumbre de la literatura francesa y mundial, la salvadoreña fue gradualmente olvidada.
Antoine de Saint-Exupéry fue dado por muerto en 1944, cuando el avión que volaba desapareció sobre el Mar Mediterráneo.
Desde entonces el libro, que se había publicado un año antes, se ha convertido en el tercero más vendido en el planeta. Ha sido traducido a más de 250 idiomas y dialectos y ha vendido 140 millones de ejemplares.
Hoy hay un consenso en que la salvadoreña inspiró el personaje de la rosa en «El Principito» y que la obra es una alusión a la atormentada relación matrimonial que duró 13 años.
La seductora
Consuelo Suncín nació en Armenia, El Salvador, en 1901.
Cuando conoció a Saint-Exupéry, en 1930, ya era una mujer divorciada y viuda, y por lo tanto vilipendiada como «amoral» en los círculos aristócratas franceses a los que pertenecía su futuro marido.
Consuelo provenía de una familia acomodada, dueños de tierras y cafetales en Armenia», le dice a BBC Mundo Marie-Helene Carbonel, quien en 2010 publicó en Francia la biografía «Consuelo de Saint-Exupéry, une mariée vêtue de noir» («Consuelo de Saint-Exupery, una novia vestida de negro»).
Marie-Helene Carbonel tuvo acceso a las cartas y documentos personales de Consuelo Suncín en un archivo que maneja en Francia su heredero literario y empleado, José Martínez-Fructuoso.
Consuelo, explica la escritora, inventó historias y mitos alrededor de su persona para lograr ser aceptada en los círculos de sus futuros esposos.
«Inventó, por ejemplo, que su primer marido, el mexicano Ricardo Cárdenas, con quien se casó cuando tenía 21 años, era un capitán del ejército que había muerto en la Revolución Mexicana. Pensó entonces que podría ser aceptada mejor si decía que era viuda y no divorciada. Pero en sus archivos encontré su acta de divorcio, registrada en Mérida, México, en 1925», afirma Marie-Helene Carbonel.
Después del divorcio, Consuelo viajó a París con José Vasconcelos, una de las figuras intelectuales, culturales y políticas más destacadas de la época en México.
Mientras mantenía una relación con el mexicano en la capital francesa, conoció a Enrique Gómez Carrillo, el escritor y periodista guatemalteco que entonces era cónsul general de Argentina en París.
Y poco después dejó a Vasconcelos para casarse con Gómez Carrillo, a pesar de que el guatemalteco tenía 30 años más que ella.
«Creo que ella verdaderamente tuvo un gran amor por Gómez Carrillo», dice Marie-Helene Carbonel.
El matrimonio, sin embargo, duró sólo nueve meses porque en 1927 él murió y ella decidió marcharse a Buenos Aires para vivir de la pensión de su segundo marido.
La condesa denigrada
Allí, en la capital argentina, conoció a Antoine de Saint-Exupéry, quien trabajaba como piloto comercial de servicios de mensajería. Y al año, en 1931, Consuelo se casó con el escritor, aviador y aristócrata y se convirtió en la condesa Consuelo de Saint-Exupéry.
«Consuelo era una seductora. No sólo era una mujer bonita y menuda que encantaba a los hombres; también podía hablar con ellos», sostiene la escritora francesa.
«Para mí es una mujer muy interesante y de gran valor. No es una casualidad que interesó a tantos hombres inteligentes e importantes».
«Además, juega con la leyenda salvadoreña, la de la ‘volcánica Consuelo’. Pero ella tiene muchas dificultades porque los franceses no la aceptan. Y lo peor fue la forma como la trató la familia Saint-Exupery», agrega.
Según Paul Webster, autor de «Antoine de Saint-Exupery: la vida y la muerte de El Principito», publicada en 1993, «los allegados a Saint-Exupéry nunca tuvieron tiempo para Consuelo. Y también fue descartada por su cuñada (la escritora) Simone de Saint-Exupéry, quien la describió como una ‘mujerzuela’ y una ‘condesa de película'».
Webster cuenta que «la denigración no disminuyó ni 20 años después de su muerte».
«Un miembro de la familia Saint-Exupéry me dijo que casarse con una extranjera era considerado peor que casarse con una judía, lo cual resumía la posición monárquica, antisemita y ferozmente xenofóbica de esta familia, cuya aristocracia databa del siglo XII», afirma el escritor británico.
Así fue como Consuelo, quien murió en 1979 en Francia, desaparece de todos los libros que se publicaron sobre la vida de Saint-Exupéry, y Francia la olvidó mientras construía los numerosos monumentos en honor del héroe Saint-Exupéry.
Relación amarga
Pero en 2000, cuando comenzaban los preparativos para celebrar el 100 aniversario del nacimiento del escritor, cayó una «bomba» en Francia con la publicación de un manuscrito rescatado por José Martínez Fructuoso: «La memoria de la rosa», en el que Consuelo hace un amargo recuento de los 13 años de matrimonio con el escritor francés.
«Ella cuenta que él era terrible», dice Marie-Helene Carbonel. «El libro es una confesión sobre su relación, y provocó una conmoción porque Saint-Exupéry era considerado un santo».
En el manuscrito acusa a su esposo de hacerla sufrir continuamente con sus múltiples ausencias y numerosas amantes. Habla de sus varias debilidades: de su «egoísmo» y su «infantilismo», lo llama «cruel, negligente, avaro y derrochador».
Según Paul Webster, el libro «es un feo recuento de una viuda muy amargada».
En lo que muchos están de acuerdo es en que más que una fábula filosófica, como muchos lo han hecho creer, «El Principito» es una alegoría de la propia vida de Saint-Exupéry, de sus incertidumbres y su búsqueda de paz interior. Pero también es una alusión a la atormentada relación con Consuelo.
Y Consuelo fue la musa que inspiró a la rosa de «El Principito».
«La rosa es Consuelo», afirma Marie-Helene Carbonel. «Los tres volcanes son los volcanes de El Salvador. Los baobabs son las ceibas a la entrada del pueblo de Armenia, en El Salvador. La rosa que tose es Consuelo, que sufre de asma, que es frágil y por eso está protegida bajo una campana de cristal».
«Las otras cinco mil rosas pueden ser las otras mujeres de Saint-Exupéry, pero para El Principito esas rosas no valen nada, la única que vale es su rosa».
«Se ha querido presentar a este libro como un cuento para niños. Pero no lo es de ningún modo. Es un libro que escribió para pedir perdón a Consuelo, es un acto de contrición», dice la escritora francesa.
*****
Ratifican condena contra Berlusconi
La sentencia prohíbe al »Il cavaliere» ejercer cargos públicos por un periodo de cinco años. Sin embargo, el fallo aún no es definitivo. Se espera que Berlusconi apele.
Una corte de apelaciones en Milán ratificó hoy la condena de cuatro años de cárcel contra el ex-primer ministro italiano Silvio Berlusconi por fraude fiscal en la compra de derechos para su consorcio de medios Mediaset.
El tribunal confirmó en segunda instancia la condena determinada en primera instancia contra el político de 76 años. Tres de estos años le serán eximidos, según establece una ley para la reducción de las penas de 2006. Además no podrá ocupar ningún cargo público por cinco años.
En Italia, de todas formas, una condena entra en vigor definitivamente después de la tercera instancia. Se espera que los abogados de Berlusconi presenten inmediatamente una apelación.
El político conservador había solicitado el traslado del proceso de Milán a Brescia alegando que los jueces milaneses actúan con parcialidad, pero su pedido fue rechazado por el Tribunal Supremo en Roma este lunes.
*****
Que bueno saber un huilense en esas actividades periodísticas tan interesantes, yo también soy huilense y me gustaría saber a que hora se transmite el programa de la emisora cultural.